Llegamos a República Dominicana y estamos comenzando nuestro proyecto: cómo relajarse por $ 1000 para dos. En primer lugar, cambiamos dinero y buscamos un minibús hasta el resort.
¡Nuestro crucero Dolce Vita ha terminado! Dejamos el transatlántico en tierra en la gran ciudad dominicana de La Romana. Después de cargar nuestras mochilas sobre nuestros hombros, tropezamos con el centro de la ciudad en busca de un cajero automático y un minibús al pueblo vecino. La República Dominicana es un país irrazonablemente caro, así que si quieres quedarte dentro de los $ 1000 para unas vacaciones, olvídate de un taxi.
Por cierto, no tuvimos tiempo de bajar a tierra y en la billetera ya no había $ 20 suficientes; esta es la tarifa oficial por el derecho a ingresar al país.
En media hora llegamos al centro desde el puerto y encontramos un cajero automático, pero no quiso dar el dinero. Cambiamos moneda en la oficina de lotería de al lado, el tipo de cambio es normal.
No fue fácil encontrar un minibús para el resort: hace calor, nuestro español es limitado y los lugareños no hablan inglés. Preguntamos a los transeúntes y siempre nos mandaban a otro lugar. Entonces, paso a paso, describimos un círculo decente a lo largo de las calles centrales de la ciudad y finalmente encontramos un minibús exactamente en el punto de partida de la ruta de nuestra búsqueda. Bueno, así es la vida de un viajero económico, girando como una ardilla en una rueda.
El minibús, como debería ser en los países en desarrollo, estaba lleno hasta el límite. Bueno, como dicen, en cuartos reducidos, pero no ofendidos. Llegamos en 20 minutos, luego la misma cantidad fue al hotel. ¡Misión cumplida!
